jueves, 24 de noviembre de 2011

Krankheit

No autobiográfico. Cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad.

Te sientes enfermo. No sabes exactamente de qué, pero lo estás, hace tiempo que lo notas. Te traiciona la mente, se pudre entre fantasmas y monstruos y tú no puedes hacer nada para evitarlo. Las voces y el ruido te acosan, te quieren volver loco, se hacen dueñas de tu cabeza y te roban el aliento. Poco a poco te conviertes en tu peor enemigo. Te consumes mientras te preguntas cómo acabar con la pesadilla, cómo escapar, pero no ves el camino. Cierras los ojos, prestas atención a esos fantasmas. Los estudias uno a uno, te provocan náuseas. Tu estómago no está preparado para eso. Quieres vomitar. Sólo respiras cada vez que entre los monstruos te parece ver la débil luz de un cabo de vela. Allí, en medio de la oscuridad, sobreviviendo pese a todo. Arrojando algo de luz al camino. Guiándote.

Querrías creer en un dios. Creer que está contigo, que te dice que todo está bien, que no te preocupes, que eres más fuerte que las voces. Pero es difícil creer. Te preguntas si aquellos que ya se fueron siguen contigo de alguna forma, dándote fuerza. Imagino, te dices, que en cierto modo siempre te acompañan las personas a las que querías. Tal vez no haya una vida después de la vida, pero el recuerdo es una forma de volver a estar con ellas. Sientes que te acompañan en los momentos difíciles, aunque no los veas, aunque no te hablen, aunque ya no existan. Por momentos sientes que podrías con todo. Pero la esperanza es frágil.

Vomitas y después bebes. Bebes cada vez más. Y entonces... los fantasmas se alejan otra noche. Te permiten dormir. Tu estómago se calma, te sientes algo mejor. El cabo de vela emite una luz más intensa y no temes el momento en que los fantasmas vuelvan. Supongo que eso es a lo que llaman Dios, te dices. Al cabo de vela en medio de la oscuridad. A las voces que se apagan. A los fantasmas que se alejan. Hay personas cerca de ti. Tienes familia, amigos y una chica que te quiere. Una chica maravillosa.

Supongo, insistes, que a eso se refieren... que a esa calma momentánea del espíritu es a lo que llaman Dios.

3 comentarios:

  1. El último párrafo me ha parecido genial.

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  2. Gracias, realmente el tema de los dioses da para mucho, es interesante.

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  3. Conozco esa sensación de ser tu propio enemigo... Pero también sé que las voces sólo tienen la fuerza que cada uno les quiera otorgar... Besito!!!

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