miércoles, 27 de octubre de 2010

La hora del señor Medina. Capítulo V

Enlace: Capítulo IV.

Urso Medina se preguntaba aún de dónde provenía el tremendo golpe que acababa de oír no demasiado lejos de allí. Sin embargo, se encogió de hombros, entró al coche sin pronunciar palabra y se sentó en el amplio asiento trasero. A esa hora ya no había tráfico, así que en unos segundos se encontró recorriendo las calles de la ciudad a una velocidad que le pareció excesiva. -La ocasión lo requiere-, razonó, pero no podía evitar pensar que ninguna causa era más apremiante que la suya propia en aquel momento.

Mientras atravesaba las calles más oscuras del último barrio periférico, se dedicó a la tarea de conjeturar cómo había podido ocurrir un desastre como aquel. Le había irritado enormemente la acusación de Basella (¿desde cuándo tenía él que asegurarse de que el muerto estaba muerto? Su tarea se limitaba a deshaerse del cuerpo), pero, cada vez que en sus razonamientos llegaba a este punto, Urso Medina tomaba conciencia de la gravedad de su error: no debió de hacer muy bien su trabajo, si la víctima había regresado a casa por su propio pie. Sonaba cómico, pero no lo era en absoluto. Una idea fugaz cruzó su mente: se estaba convirtiendo en un extraño para sí mismo.

Por segunda vez aquella noche, el teléfono lo devolvió al mundo real. Era el propio Basella. -Qué raro- pensó, -Gerard llamándome al móvil, con lo paranoico que es. La cosa debe de ser más grave de lo que pensaba...

Justo en el momento en que descolgó, sonó un clic en el asiento del copiloto.

***

-¿Qué ha dicho? -preguntó Sara, la joven delgada de pelo corto que no había dejado de dar vueltas en círculo detrás de la silla de Samuel. Éste, dejando el auricular sobre la mesa, sólo dijo:
-Está en el Heiter.

Sara se equipó adecuadamente y subió al coche con Mikel. Mikel era un hombre de mediana edad, alto y ancho, de pocas palabras y mucho carácter, cuadriculado y meticuloso. Encendió las luces, dio un brusco acelerón y enseguida dejaron atrás el polígono industrial. -Casi no tenemos morfina- dijo Sara.
-Nos apañaremos.

Atravesaron a toda velocidad las principales arterias de los barrios y la ciudad, y al pasar por delante de las casas en las calles más pequeñas, algunos mendigos se salvaron de ser atropellados sólo gracias a sus buenos reflejos y a que les avisó el ruido cercano de los derrapes al doblar las esquinas.

Abandonaron la zona residencial de la ciudad y entraron en una ancha avenida.

A lo lejos, un Lamborghini Gallardo negro reflejaba la luz naranja de las farolas. -Mira- dijo Sara, -ése es el número uno de Basella-. No hizo falta decir más: Mikel aceleró hasta colocarse a su izquierda mientras Sara acoplaba el silenciador a la pistola. Hizo tres disparos y el último de ellos dio en su objetivo, que era la rueda delantera. El conductor del Lamborghini perdió el control y acabó estrellándose contra la barrera, y Sara miró las chispas por el retrovisor un segundo antes de que Mikel doblara tranquilamente la esquina y, tras atravesar dos calles más, aparcara en la puerta del hotel Heiter, donde esperaba Urso Medina.

***

-¡Urso! -gritó Basella a través del teléfono-. ¡Nos han tendido una trampa! ¡No subas al coche! ¡Vuelve a la habitación y espera mi llamada! ¡Maldita sea, Urso, contesta!

Clic.

Una figura cubierta con pasamontañas le apuntó a la frente con una pistola. Urso Medina dejó el teléfono sobre el asiento y levantó tímidamente las manos. -Un poco tarde- dijo, contestando a la advertencia de Basella. Tarde, sí, demasiado tarde. Mikel sabía lo que se hacía: era preciso y matemático, y no desperdiciaba un segundo porque sabía que otros podrían utilizarlo en su contra. Formaba un equipo perfecto con Sara.

El coche zigzagueó por tercera vez entre las casas de ladrillo y atravesó interminables carreteras hasta llegar a un lugar en medio de ninguna parte. Se apartaron de la carretera y Mikel detuvo el coche a una distancia más que suficiente. Se bajó y abrió la puerta de atrás, y enseguida le colocó a Urso Medina un pañuelo en la cara. Éste se quedó algo atontado, pero sabía lo que debía hacer y fingió dormir profundamente. Mikel se metió de nuevo en el coche y, lentamente, subieron hasta la carretera para continuar por un estrecho camino de piedras.

Al cabo de un rato, Urso Medina escuchó ruido de disparos. Sara dijo: -¡Mierda, nos siguen!-, y uno de los disparos rompió la luz de freno derecha.

-¡Acelera, Mikel, joder, tenemos que salir de aquí!

Urso Medina siguió oyendo disparos durante unos minutos e incluso, con los ojos entreabiertos, vio la luz de unos faros reflejada en la carretera junto a él. -Nos han seguido- pensó, -pero ¿desde dónde? ¿Cómo sabía Gerard hacia dónde me llevaban? Cuando me llamó, ni siquiera sabía que había subido al coche; aunque mi silencio debió de dejárselo bastante claro...

Apenas unos segundos después, se dio cuenta de que habían dado esquinazo a los de Basella y sus pequeñas esperanzas desaparecieron casi por completo. Al cabo de un rato, entraron en un polígono industrial y él distinguió a duras penas el cartel de la extensa nave a la que lo llevaban: Laboratorios Caralt & Fuenllana.

-Es imposible... No puede ser... -pensó, y en ese mismo instante se desmayó.

Al despertar, advirtió que le habían cubierto la cara con un pañuelo y le habían maniatado. Se encontraba sentado en una silla de escritorio y todo parecía estar totalmente a oscuras. Una voz le sobresaltó. Una voz femenina que recordaba demasiado bien:

-Buenas noches, señor Medina. No se asuste por el pañuelo, tan sólo es que no podemos permitir que vea algunas de las caras que se encuentran a su alrededor. Usted y yo somos viejos amigos, ¿no es así? Tal vez el nombre de los antiguos laboratorios Caralt & Fuenllana le traiga algunos recuerdos. Y ahora creo que es el momento de que me cuente la verdadera historia de mi hermana Natalia...

2 comentarios:

  1. Estoy intentando dosificar las entradas para que dure el colchoncito que se ha ido acumulando este tiempo, pero me da que al final terminaré leyendo mas de la cuenta.. xd

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  2. Telita, telita, telita... XD (Poniéndome al día con la historia, sí XD). Me ha encantado el capítulo :-D Besitos!!

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