domingo, 1 de agosto de 2010

El hombre del metro

Solía ver a un hombre siempre en el mismo vagón del metro. Su ropa y su piel eran del mismo color, y estaba sucio y descalzo. Su barba le llegaba casi hasta el ombligo.
Recuerdo que tenía la mirada perdida y triste.
A veces alguien se sentaba frente a él, y él continuaba con la mirada fija hacia delante. Unos fingían no darse cuenta, otros optaban por mirar por la ventanilla y algunos se incomodaban y cambiaban de asiento. Y, sin embargo, después de esto, el hombre seguía mirando hacia el mismo punto.
Qué veía exactamente o en qué dimensiones viajaba su pensamiento, eran cuestiones que sólo él conocía. Desde luego, no veía al pasajero que se sentaba enfrente ni oía a los escolares que se burlaban de él. Tampoco aceptaba monedas ni piezas de fruta. Sencillamente, parecía no haber nada que lo uniese al mundo real.
Una vez bajé en su misma parada. Cuando las puertas se abrían, él sonrió amablemente bajo aquella espesa barba, hizo un gesto con el brazo invitándome a pasar, y sólo dijo: "Por favor". Yo admiré en silencio su habilidad y le envidié secretamente.
Aún le sigo viendo algunas veces, y aún me intriga. De vez en cuando me siento frente a él y descubro que en el largo trayecto no pestañea ni una sola vez. Y también sé que no me ve, que sólo soy una sombra detrás de un punto de su pensamiento, y que nunca sabré en qué direcciones viaja su mente mientras él se entretiene subiendo y bajando del metro.

2 comentarios:

  1. Ese hombre vive esperando algo que siempre está más allá, viaja esperando encontrar algo que lleva tiempo que está fuera de su alcance. Si bien parece que nunca alcanza su destino, sonríe al bajarse en su parada pensando que algún día podrá volver a ver el objeto de su deseo, que cada día que pasa falta menos para consdeuirlo.

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  2. Un punto de vista muy interesante...

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