martes, 29 de junio de 2010

El anciano

Traté en vano de encender la luz y miré hacia arriba, donde una bombilla rota se columpiaba colgada de un cable, supuse que movida por el viento.
Tropecé, y alguien dijo "¡Eh, tú! ¡Cuidado por dónde pisas!". Miré hacia abajo y vi a un anciano de aspecto débil, larga barba y áspera voz. Su ropa era varias tallas menor de lo que le correspondía, y tenía el aspecto patético de un viejo disfrazado de niño.
Me disculpé diciendo: "Cuánto lo siento, señor, estaba oscuro y no le vi". Él contestó: "¿Cómo podrías verme si ibas mirando hacia arriba? Todo el mundo mira hacia arriba al entrar, por eso nadie ve al anciano del suelo". Le pregunté quién era y qué hacía allí; me dijo: "Vivo en este edificio, en la última planta. Pero es demasiado alto y no tiene ascensor, así que me conformo con vivir aquí abajo." Le pregunté por qué había adquirido un piso tan alto y cuánto tiempo llevaba allí. "Mis padres lo compraron cuando yo tenía doce años. Mira mi ropa, llevo aquí sentado más de sesenta." Me pregunté si estaría esperando a que instalaran un ascensor, pero allí no había hueco posible.
Me despedí de él y seguí adelante. Puse un pie en el primer escalón y tuve el impulso de mirar hacia arriba. Había tantas plantas que no se veía el final. Me pregunté si alguna vez tendría que subir hasta la última. Nunca me lo planteé, yo había decidido no caminar demasiado. Con decisión, subí uno tras otro los peldaños a oscuras que me separaban de mi apartamento.
A pesar de la intensa oscuridad, me volví instintivamente por si el anciano me seguía en silencio.

4 comentarios:

  1. Éste me gusta especialmente... Y encima tiene miga...

    Esperando el siguiente! Besito!!

    ResponderEliminar
  2. sesenta años esperando. No está mal, es un buen esperador, y eso que cada dos por tres te estén pisoteando no es lo mejor para concentrarse plenamente en esperar... es desesperante.

    ResponderEliminar
  3. El caso es que el anciano prefería ser pisoteado antes que esforzarse en alcanzar su piso; quizá ponderó que era lo más cómodo...

    ResponderEliminar